(Ro 8.32) (Mt 7.7-10; Fil 4.6, 7;. 1 Jn
5.14, 15 ¿Hay
circunstancias en las que ha estado orando por años? ¿Ha traído al Padre
celestial una y otra vez ciertas situaciones, pero todavía siente como si Él
nunca va a intervenir? Dios quiere dar respuesta a sus necesidades. A lo largo
de la Biblia, Dios nos invita a presentarle nuestras peticiones). Como nuestro
Padre celestial, Él quiere darnos lo que necesitamos, y la mayor prueba de esto
es el regalo de su Hijo. El Señor Jesús vino al mundo para satisfacer las
necesidades físicas, emocionales y espirituales al enseñar la verdad, sanar a
los enfermos, echar fuera demonios, y, finalmente, morir en la cruz para
salvarnos. Si Dios no evitó que su propio Hijo muriera a favor nuestro, ¿no nos
dará también todas las cosas El Señor
conoce sus necesidades. Aunque debemos hacer conocidas nuestras peticiones
delante de Dios (Fil 4.6), el
propósito de la oración no es informarle nuestras necesidades. Él es
omnisciente y ya sabe lo que estamos enfrentando. La razón para buscar la ayuda
del Señor, es que reconozcamos nuestra dependencia de Él. El objetivo debe ser
expresarle nuestras preocupaciones y dejarle el modo y el momento de responder,
confiando que en su sabiduría hará lo que sea mejor Ya que el conocimiento de
Dios llega más allá que el nuestro, Él también sabe de qué necesidades no
estamos conscientes. Desde su perspectiva divina, Él mira lo que está en lo
profundo de nuestro corazón, así como en cada situación que enfrentamos. Aunque
preferimos la ayuda inmediata, Él se enfoca en nuestras necesidades
espirituales y eternas. Es por eso que puede parecer que Él no está cumpliendo
su promesa, porque puede estar actuando para satisfacer una necesidad aun más
importante en nuestra vida. Dios tiene el poder de satisfacer sus necesidades.
Nada puede frustrar los planes del Dios Todopoderoso. Él planea la solución a
su problema, ordena los hechos, y produce la respuesta en el momento justo. La
promesa de Jesús a sus discípulos sigue siendo aún verdadera “Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mt
7.7). No importa lo grande que pueda ser el
problema, Dios es más grande. Él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros” (Ef 3.20).
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