(Juan 8: 31,
32) "Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 3y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres “Jesús se dirige a los judíos
que habían creído en él, y les dice una serie de cosas que son de absoluta
aplicación a nosotros. Estos principios son:
1. Permanecer en Su Palabra.
2. Lo
cual nos convierte en Sus discípulos.
3.
Conocer la verdad.
4. Lo
cual nos hace libres.
Permanecer en Su
Palabra
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían
creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra…": Es relativamente
fácil creer. Uno puede llegar a creer en Cristo sencillamente porque así ha
sido toda su vida, porque quizás creció en un hogar cristiano. Porque ha visto
un prodigio. Porque simplemente ha decidido creer. Porque le parece bonito.
Creer es relativamente fácil, y no necesariamente compromete a nada. La Palabra
enseña que los demonios creen…y tiemblan (Sgto. 2: 19) En el caso de ellos, es porque
conocen, ya que antes fueron ángeles de Dios. Creer por sí mismo, implica una
aceptación tácita de la verdad por principio, pero el Señor va más lejos, y les
enseñaba a aquellos judíos que habían decidido creer en El, que debían PERMANECER
en Su Palabra. PERMANECER en la Palabra de Cristo, ya no es un simple creer,
sino que implica un compromiso y una acción, que se debe traducir en un modo de
vida. ¿Por qué es más difícil PERMANECER?, porque como el mismo sentido de la
expresión indica, eso implica un no moverse de la fe a pesar de los vientos
huracanados y de las tempestades de la vida. Implica perseverancia y paciencia.
Vemos la parábola de los dos cimientos:
"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y
las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra
aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera
que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato,
que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y
soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande
su ruina" (Mateo 7: 24-27)Nadie puede
evitar que vengan riadas, lluvias torrenciales y diversos elementos extremos de
la naturaleza, pero sí se puede evitar la destrucción que producen estos si se
toman las medidas necesarias. Al menos, eso sí funciona en lo espiritual. El
Señor nos enseñó que la solución estaba en el cimiento, el cual debía ser de
roca. Ahora bien, Cristo es la Roca, y es el fundamento sobre el cual debemos
edificar nuestra vida, ministerio, etc. Por otro lado, Cristo es el Verbo de
Dios; es decir, la Palabra de Dios. De ahí que si después de creer,
PERMANECEMOS en Él, o lo que es lo mismo, en su Palabra, no nos importarán los
vientos recios de la vida, ni ninguna otra circunstancia adversa, porque
siempre podremos resistir y quedar de pie y enteros. Si PERMANECEMOS en El y en
Su Palabra, resistiremos al diablo y a su obra de destrucción, firmes en la fe,
sabiendo que los mismos padecimientos se cumplen en nuestros hermanos en todo
el mundo (1 Pedro 5: 9)
Permanecer en Su
Palabra, nos convierte en Sus discípulos
" Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos”: No es discípulo de Cristo aquel que
solamente cree. En cambio, lo es, aquel que cree, y creyendo, permanece en Su
Palabra. La condición sin quantum para ser discípulo de Cristo, es el PERMANECER en Su Palabra. El que PERMANECE en Su
Palabra, es aquel que ha comprendido, porque le ha sido revelado, que la
Palabra de Cristo siempre se cumple, no importan las circunstancias, pero en el
tiempo de Dios. Esas circunstancias adversas, pueden ser muy diversas, y casi
siempre, tendrán elementos de odio a Cristo y a su obra, por lo tanto, también
a los que somos Suyos. Veámoslo:(Juan 15: 18-21) "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí
me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo
suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el
mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es
mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os
perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo
esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado “La
Palabra de Dios dice: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo
el maligno” (1 Juan 5: 19)
Los cristianos sabemos a Quién pertenecemos, por eso debemos perseverar en Su
Palabra; y todo ello en un medio hostil, cual es este mundo condenado y
perverso. Sabiendo que somos de Dios, no somos de este mundo, aunque vivamos al
presente vivamos todavía en él, teniendo en cuenta la promesa que el mismo
Jesús nos hizo:
"Yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28: 20)
Conoceréis la verdad
“y conoceréis la verdad…”: El hecho de ser discípulos de Cristo, nos faculta
para conocer la verdad. Conocer la verdad es conocer a Cristo, puesto que Él es
la verdad. El énfasis acerca de la verdad, es debido al hecho de que existe el
error, la mentira y el engaño en este mundo. Básicamente, el autor del engaño y
la mentira y el error, es satanás. Él es el padre de toda mentira. La verdad
nada tiene que ver con la mentira. De hecho, son realidades absolutamente distintas
y opuestas. Cristo dijo: "No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene
el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" (Juan 14: 30) Cristo quiere que conozcamos
la verdad para que amemos la verdad, y consecuentemente aborrezcamos la mentira
y el engaño.
Quiere que conozcamos la verdad para que vivamos en la
verdad.
Los que somos discípulos de Cristo conocemos la
verdad:
(1 Juan 2: 20,
21) "Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las
cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis,
y porque ninguna mentira procede de la verdad"
La verdad nos hace libres" y la verdad os
hará libres":
La consecuencia de conocer la verdad, amándola y
viviendo en ella, es que nos hace libres… ¿libres de qué? Libres del pecado y
de sus consecuencias mortales.
Aquellos judíos que en un principio habían creído en
Jesús, al oír esas palabras, desde su orgullo religioso y nacionalista,
exclamaron:
"Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido
esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ¿Seréis libres?" (Juan 8: 33)
Y Jesús les respondió algo que ellos no podían ni
soñar. El Señor no se estaba refiriendo a una libertad según el sentido en lo natural,
sino en lo espiritual:
(Juan 8: 34-36)
"Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que
hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para
siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare,
seréis verdaderamente libres”: El único que nos puede hacer libres de la
verdadera esclavitud, es Cristo, el cual nos hace libres del pecado por la Verdad,
es decir, por Él mismo.
Leemos en Romanos 6: 14;
"El pecado no se enseñoreará más de vosotros,
porque no vivís bajo la ley sino bajo la gracia “Dios, por Cristo da la gracia
para que el pecado no se enseñoree más de nosotros, los que hemos conocido la verdad.
Así pues, si permanecemos en la palabra revelada de Cristo, seremos
verdaderamente sus discípulos, y esa es la única manera de serlo. Al ser sus
discípulos, por permanecer en su Palabra, conoceremos la verdad; o, dicho de
otro modo, conoceremos a Cristo. Conociendo a Cristo, seremos libres del pecado
y de la condenación e