El Salmo 106:13-15 dice: “Bien pronto olvidaron sus
obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el
desierto; Y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que Pidieron; mas
envió mortandad sobre ellos”
Dios nos llama en este tiempo a que aprendamos sus
lecciones en el desierto y las aprobemos. Cuando eso suceda estaremos
calificados para llegar a la tierra de bendición. Sin obediencia no hay
bendición, pues Dios siempre bendice a los fieles.
Deuteronomio 8:3 nos dice cuál es otra importante
lección que debemos aprender y aprobar en el desierto: “Para hacerte saber
que no solo de pan (representa las cosas materiales) vivirá el hombre, más de
todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”
Dios quiere enseñarle a su pueblo a vivir dependiendo
siempre ciento por ciento de El y no de lo que podemos ver, sentir o palpar.
Como pueblo de Dios debemos ser sustentados por la Palabra de Dios, pues ella
es creativa. Dios ha dado promesas para que nosotros las tomemos por la fe y la
confesión. A menos que hagamos eso nunca las recibiremos. Las promesas de Dios
son legalmente nuestras, pero serán prácticamente nuestras luego que las
tomemos invisiblemente por la fe y la confesión de la Palabra de Dios. Al creer
con fe y confesar las promesas de Dios, algo sucede en el mundo espiritual y
hace que se cristalicen en nuestro mundo terrenal. ¡La palabra de Dios es
creativa! (Lea Génesis 1).
El Señor también ha decidido que pasemos primero por
el desierto para luego entrar en la tierra de bendición para recordarnos que si
recibimos sus bendiciones ha sido por Su Gracia y Misericordia, no por nuestros
méritos. Pareciera que cuando estamos con problemas y tiempos de desiertos
buscamos a Dios con ahínco, pero cuando El nos responde y da lo que
esperábamos, ya dejamos de buscarle y nos vamos contentos con la bendición pero
sin El que bendice. Tenemos una tendencia a la soberbia y arrogancia espiritual
cuando alcanzamos el éxito por eso Dios nos recuerda en Deuteronomio 8:7-10
“Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena
tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en
vegas, y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados;
tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con
escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de
cuyos montes sacarás obre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu
Dios por la buena tierra que te habrá dado.”
El Señor nos recuerda todo esto porque entrar en la
tierra prometida, la tierra buena de bendiciones tiene sus peligros, que
debemos evitar:
- Deuteronomio 8:11 “Cuídate de no olvidarte de
Jehová tu Dios”. Significa el peligro de olvidarse de Dios
- Deuteronomio 8:14 “y se enorgullezca tu corazón”.
Significa el peligro de llenarnos de orgullo y soberbia.
- Deuteronomio8:17 “y digas en tu corazón: Mi poder
y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”. Eso significa el
peligro de caer en la Altivez y soberbia intentando robarle la gloria y el
mérito a Dios.
Por eso el v.
18 dice: “sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para
hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto...”
Si usted quiere ser un cristiano fiel que disfrute de
las bendiciones de Dios con un corazón humilde y agradecido, interprete el
tiempo de desiertos que hoy está atravesando como un tiempo determinado por
Dios para prepararlo para la buena tierra que Él le ha prometido. Humíllese
bajo su poderosa mano para que Él lo exalte cuando sea Su tiempo y en su vida
verá la Gloria de Dios. 1.
“Para afligirte”.
Es fácil alabar a Dios y serle fiel cuando todo sale de maravillas, pero ¿qué
pasa en la adversidad y cuando todo sale mal? ¿Seguimos fieles en medio de los problemas?
Allí Dios prueba la CALIDAD de la vida espiritual que tenemos. Muchas veces
pensamos o decimos con un tono de orgullo y soberbia que somos los
“invencibles” y Dios nos aflige para mostrar nuestra realidad carnal que debe
ser tratada y quebrada por el Señor.
2.
“Para probarte”
¿Probar qué? El NIVEL de nuestra espiritualidad. Aquí el Señor mide nuestra
madurez y crecimiento espiritual. Tener años de creyente no significa alcanzar
madurez.
3.
“Para saber lo que había en
tu corazón”. Aquí el Señor prueba nuestra INTENCION interior de
obedecer o desobedecerle. Podemos engañar a todos los que nos rodean con una
fachada de “fieles y llenos de obediencia” pero el Señor siempre mira la
intención del corazón.
Los tiempos de desiertos siempre nos muestran LO QUE EN
REALIDAD SOMOS ANTE DIOS. Por cierto, él ya lo sabe de antemano, pero quiere
que nosotros los sepamos para que nos humillemos, arrepintamos y volvamos al
sendero de la obediencia.
¿Qué fluye de su ser en los tiempos de
desiertos? ¿Fluye la presencia de Dios o
su naturaleza carnal no quebrada? Dios siempre mira nuestras actitudes pues
ellas revelan lo que hay oculto en el corazón. El pueblo de Israel en el
desierto reveló su rebeldía, queja, desobediencia, incredulidad, tibieza,
murmuración e idolatría. A ellos no les interesaban las lecciones de Dios en el
desierto, sino que querían solamente la bendición de Dios en la tierra
prometida. Muchos de nosotros también somos así, somos tan necios de corazón y
egoístas que en vez de tomar los tiempos de desiertos como un tiempo necesario
de formación y crecimiento espiritual para llegar posteriormente a la tierra
bendecida, nos rebelamos y lo único que nos importa es tener en nuestros brazos
lo que habíamos pedido. Debido a nuestra rebeldía y por no interpretar el obrar
del Señor es posible que Dios nos dé lo que queremos, pero SIN SU BENDICION.
Esto mismo le sucedió al pueblo rebelde de Israel.
Números 11:19-20 dice: “No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni
diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las
narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en
medio de vosotros, y llorasteis delante de él diciendo: ¿Por qué salimos acá de
Egipto?”
Números 11:31-34 dice también: “Y
vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el
campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor
del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo
estuvo levantado todo aquél día y toda la noche, y todo el día siguiente, y
recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron
para sí a lo largo alrededor del campamento. Aún estaba la carne entre los
dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió
en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande”
Allí no todos murieron en el desierto, solo perecieron
los codiciosos. La palabra codicia significa: “Apetito desordenado por la
riqueza, deseo desesperado por las cosas”. Hoy día hay mucho pueblo de Dios que,
en vez de desear más del Señor, desear ser enseñados y corregidos por El, lo
único que les interesa es su bienestar material. Nunca lo olvide: La bendición
sin la bendición de Dios se transforma en maldición. Si nosotros hoy somos tan
desobedientes de no aceptar lo que Dios nos da en el desierto, es probable que
recibamos lo que pedimos, pero con maldición.
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