EL DESIERTO DE ZIN
“Tragedia y Triunfo”
“Llegaron los Hijos de Israel, toda la congregación al desierto de Zin en el mes primero y acampó el pueblo en Cades...” (Núm. 20:1).
Dios había planeado que los hijos de Israel pasaran aproximadamente un año en Sinaí, para aprender Sus leyes y juicios, edificar el Tabernáculo, y después proceder hacia el norte, a Canaán. Moisés nos dice que solo era “un viaje de once días” desde Horeb a Cades... pero anduvieron errantes en esta zona durante otros 38 años hasta que la vieja generación fue consumida.
Muchos preguntan, “¿Cuánto tiempo nos llevará entrar en la plenitud del reposo de Dios?” En muchos aspectos, somos tú y yo los principales culpables de prolongar nuestro viaje del desierto. Dios dijo,
“¡Oh, si Me hubiera oído Mi pueblo! ¡Si en mis caminos hubiera andado Israel! En un momento habría Yo derribado a sus enemigos, Y vuelto Mi mano contra sus adversarios.” (Salmos 81:1314)
Por otro lado, es cierto que nosotros, en esta generación de la Iglesia, estamos sufriendo las consecuencias de los pecados de generaciones antiguas; como Caleb y Josué tuvieron que aguantar otros 38 años en el desierto por causa de los pecados de la vieja generación. Pero lo que Dios había decretado como un juicio sobre la generación antigua, se convirtió en PREPARACIÓN para la nueva. Animémonos en esto. Incluso en medio de este grande y terrible desierto, Dios está PREPARANDO a una nueva generación para tomar la Tierra.
Reconocemos que hay una apropiación muy individual y personal de la Vida de Canaán, y no queremos menospreciarlo. Pero lo que Dios está a punto de hacer en la tierra es tan grande, tan poderoso, tan terrible, tan asombroso, que posiblemente ningún individuo podría apropiárselo en toda su plenitud. Caleb y Josué tienen que esperar hasta que la nueva generación sea entrenada y disciplinada por el Señor, antes que ellos mismos pudieran entrar. Mientras tanto, podían caminar ante el Señor en fe, esperanza y expectación. Pero la vida de Canaán en su plenitud es para un pueblo colectivo. Simplemente es demasiado grande para que ningún individuo pueda apropiársela o aprehenderla a solas.
“A fin de que arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos (o mejor, “aprehender”), cual sea la anchura, la longitud, y la profundidad, y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis LLENOS DE (o “PARA”) TODA LA PLENITUD DE DIOS”. (Efesios 3:1719).
El viejo camino y el nuevo
Como hemos enfatizado en otros escritos previos (Tarde y Mañana), cuandoel fracaso humano estorba o impide los propósitos de Dios, y Dios entra en escena para remediar la situación y traer al pueblo de vuelta a Sí mismo... ÉL COMIENZA UN NUEVO CAMINO, Y UN NUEVO ORDEN. Si entendemos este principio, nos ahorraremos muchas frustraciones, que de otro modo tendremos que sufrir, al pretender reedificar el orden de un día pasado. Dios no se repite a Sí mismo, obrando de la misma manera como obró la primera vez. Cuando el hombre falla, Él no lo “intenta una vez más”. La siguiente vez es completamente diferente, siempre un orden más alto, siempre un nuevo camino. Tenemos que saber esto si vamos a ser librados de la frustración y del sentido de futilidad que tantas veces hemos experimentado cuando hemos tratado de convencer a Dios, que venga y “lo haga de esta manera” por que así es como lo hizo antes. Sé que Dios es para siempre “el Mismo”, y porque es EL MISMO, siempre hace las cosas muy diferentes la segunda vez. Porque es EL MISMO, seguirá haciendo “cosas nuevas” en medio del fracaso humano. Porque es EL MISMO, cuando el hombre falle, Él rectificará la situación a través de sus juicios justos, y hará algo mayor que lo que el hombre ha echado a perder. Porque es EL MISMO, todo el tiempo irá hacia delante, y cada vez más alto, avanzando cada vez más con Su pueblo hacia nuevas áreas de revelación y de Verdad.
Esta enseñanza es ciertamente molesta a la mente teológica, porque coloca al hombre en una posición en la que no puede, incluso con todo su conocimiento de la Escritura o de la historia, surgir con un nuevo plan para el avivamiento o con un plan para el avance del Reino de Dios en la tierra, todo ello desde su almacén de conocimiento acumulado de los avivamientos del pasado y de los tratos pasados de Dios con Su pueblo.
Puesto que Dios es para siempre EL MISMO y no cambia, siempre busca para Sí mismo a un pueblo que esté dedicado, consagrado, humilde, bajo y obediente a Su voluntad. Pero porque es EL MISMO, cuando haya encontrado a ese pueblo, y lo haya preparado, hará una “cosa nueva” en la tierra, y lo viejo se verá como el campo de semillas y el camino de preparación para la cosa nueva que Dios tiene en Su mente.
Esto es nada menos que la operación de una Ley Divina—LA LEY DEL ESPÍRITU DE VIDA EN CRISTO JESÚS. No hay forma de que el hombre pueda surgir con métodos y procedimientos que lo den a luz o lo controlen. Deja al hombre completamente desesperado y desvalido en sí mismo, sin ningún otro recurso que hallarse a sí mismo siendo llevado, siendo movido y motivado por el Espíritu de Dios.... que como el viento, PUEDES OIR CUANDO HABLA, PERO NO PUEDES SABER NI DE DONDE VIENE NI A DONDE VA. El Espíritu de Dios sopla suavemente desde el corazón de Dios y ningún hombre puede predeterminar el curso del Espíritu ni estructurar o moldear la sustancia que Dios va a dar a luz. El hombre ha intentado y seguirá intentando, reproducir algo que Dios hizo en el pasado... pero su fracaso está garantizado, como siempre ha fracasado anteriormente. Cada vez que Dios se mueve de forma fresca en la tierra, Él produce una COSA NUEVA, y así, coge al hombre por sorpresa.
“He aquí, Yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿No la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la soledad” (saías 43:19)
Deje el hombre sus esfuerzos por estructurar y formar un plan e intentar dar a luz la Iglesia del Nuevo Testamento, o la Iglesia gloriosa de la que Pablo habló... eso estaría destinado al más absoluto fracaso. Pero Dios lo va a hacer a través de un pueblo humilde... un pueblo que está condicionado a escuchar lo que el Espíritu está diciendo, y que simplemente se va a mover con Su Viento, que sopla por donde quiere. ¿Qué pasa con las Escrituras? ¿Qué pasa con la Palabra? No necesitamos tener miedo de no sujetarnos a las Escrituras, si el Espíritu Santo está en control. Él es el Espíritu de Verdad. Él conoce las Escrituras... porque Él es quién inspiró a Sus santos apóstoles y profetas para que escribieran las Escrituras. Cuando habla, no habla “de Sí Mismo”, como hace el hombre, sólo habla lo que Él oye del corazón de Dios, que es la Fuente y el Autor de las Sagradas Escrituras.
Lo único que el hombre puede hacer es poner parches sobre lo viejo, porque él es de la vieja creación y no conoce al Espíritu de la Nueva creación. Pero Dios esta presto para descartar los antiguo, porque hay cosas nuevas en Su corazón que están estallando para brotar... y el fracaso humano es un desafío a que Su corazón intervenga y juzgue y anule el antiguo orden, para preparar el terreno para la siembra de una nueva semilla. Él no se pone a remendar lo antiguo, ni tampoco ayuda al hombre a hacerlo. Observemos este principio en unos pocos ejemplos de la Escritura: (1) Los viejos odres y los nuevos
“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres, y se derramará, y los odres se perderán” (Lucas 5:37).
Los que pensáis que Dios os dio su Espíritu Santo para haceros mejores bautistas, mejores presbiterianos, mejores episcopales, mejores católicos...un algo mejor en referencia a cualquier cosa del pasado... ¡Preparad vuestros corazones para el estallido de los odres! Dios dio su Espíritu para llevarte mucho, mucho mucho más adelante, en reinos de la vida de la Nueva Creación.... pero no para perpetuar algo de lo antiguo.
(2) La vieja vasija y la nueva
“Y la vasija de barro que Él había hecho se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.” (Jer. 18:4)
Dios simplemente rehúsa poner remiendos a una vasija “echada a perder”. Él simplemente la deshace en Su mano, y comienza de nuevo. Usa el mismo barro, pero la vasija es completamente nueva, hecha a partir de Sus propias manos creativas.
(3) El viejo hombre y el nuevo
El primer Adán no era el ser celestial exaltado que algunos le han hecho ser. Era solo un tipo, o una sombra, o “una figura del que había de venir.” (Rom. 5:14). Era “ de la tierra, terrenal”. Ahora bien, nuestro Señor Jesús vino del campo de semillas de lo antiguo, pero Él era la verdadera perfecta imagen de Dios, el hombre “celestial”, el “Señor del Cielo”, la Luz y la Gloria de Dios.
(4) Las primeras y las segundas tablas de la Ley
Las primeras tablas, escritas con el dedo de Dios, fueron rotas por el dador de la ley, cuando bajaba del Monte y vio la idolatría del pueblo de Dios. Las segundas tablas de la Ley, fueron también escritas con el dedo de Dios, pero fueron traídas desde el Monte para ser puestas dentro del Arca del Pacto. El hombre no podía entrometerse en las segundas tablas. Por supuesto, esto nos describe la naturaleza de los dos pactos...
(5) El Primer Pacto y el Segundo
Cuando Dios habla de un Nuevo Pacto, obviamente implica que el primero queda obsoleto: “Al decir, Nuevo Pacto, ha dado por viejo al Primero” (Heb. 8:13). La razón por la que Dios deshizo lo antiguo es el fracaso humano. “Porque ellos no permanecieron en Mi pacto.....” (Heb. 8:9). Por tanto, el Nuevo Pacto no podía ser cumplido por el hombre, sino que sería escrito en las tablas de carne del corazón”, capacitándole para hacer lo que la Ley no podía hacer para amar a Dios con todo el corazón, mente, alma y fuerzas.
(6) El Primer Tabernáculo y el segundo
El Primer Tabernáculo, erigido en el desierto al pie del Monte Sinaí, era un patrón y tipo de realidades celestiales. Pero el segundo tabernáculo era el “mejor y más perfecto tabernáculo, no de esta creación... ” (Heb. 9:11). Ha habido muchos tabernáculos y templos en la historia de Israel. Cuando el fracaso humano llevaba a la ruina a todo lo anterior, la intervención Divina producía algo nuevo. Pero jamás Dios ordenaba la reconstrucción de lo antiguo, a imagen exacta de lo anterior (tratado en el escrito “De la Tienda al Templo”). Si entendiéramos estos principios, abandonaríamos esas nociones de Dios restaurando a la iglesia a su semejanza apostólica temprana... o sobre la reedificación de un templo en la vieja Jerusalén. Cuando lo primero se envejece, Pablo dice, “está próximo a desaparecer.” (Heb. 8:13)
(7) La Roca, primero golpeada, después hablada
Cuando el pueblo de Dios vino a Horeb, estaban muriendo de sed y Dios le dijo a Moisés que se pusiera junto a una cierta roca y que la golpeara con su vara. Al hacerlo, las aguas brotaron de Horeb, que significa “lugar seco, sequedal”.Las aguas brotaron por la montaña como una corriente de agua pura y refrescante. Pablo nos dice que la Roca era Cristo, golpeado para que nosotros pudiéramos participar del agua pura de Vida (1ª Cor. 10:4).
Pero en una segunda ocasión, cuando necesitaron agua, Dios le dijo a Moisés que “hablara a la Peña”, y que enviaría su agua (Números 20:8). Puesto que Cristo, ya había sido golpeado una vez, no había de ser golpeado de nuevo. A partir de entonces caminamos en obediencia y hablamos a la Roca. Moisés descubrió que el método antiguo aparentaba haber funcionado, porque golpeó la Roca dos voces, y el agua brotó. Algunas veces podemos pensar que los viejos métodos pueden repetirse una y otra vez, y los resultados parecen probarlo. Pero la desobediencia trae juicio, incluso aunque la respuesta inmediata del Señor pueda indicar Su bendición. No olvidemos eso. Por causa de este error por parte de Moisés, no pudo entrar en la Tierra de la Promesa.
(8) El primer ataque en Ai, y el Segundo
Cuando Josué comenzó la conquista de Canaán, tomó a Jericó y después procedió a la tarea mucho más fácil de tomar Ai. Pero el pueblo de Dios estaba totalmente derrotado y perdido. Josué buscó al Señor muy en serio y Dios le reveló que había pecado en el campamento. Uno en medio de ellos había tomado del “anatema” durante la conquista de Jericó, y la había escondido en su tienda. Acán, el culpable, fue capturado y lapidado hasta la muerte en el Valle de Acor, y sólo después aseguraron su victoria.
Pero Dios no autorizó un ataque frontal a gran escala contra Ai, como Josué había intentando en un principio. Si hay fracaso humano e intervención divina, siempre hay un NUEVO CAMINO. Sus fracasos pasados serían ahora entretejidos con el NUEVO CAMINO de Dios, por causa del verdadero arrepentimiento. Así, Josué y sus hombres pretendieron la derrota, huyeron del enemigo como la primera vez, y los sacaron de la ciudad. Entonces Josué levantó su lanza y la emboscada que estaba escondida detrás de la ciudad, se levantó, entró en la ciudad, y le prendió fuego. Josué y sus hombres se volvieron contra sus enemigos y les atraparon y destruyeron absolutamente (Lee Josué 8:129).
Que Dios no ayude a entender, que con todo lo derrotados que hayamos podido estar en el pasado, al librarnos del “anatema” en medio de nosotros, Él puede transformar nuestras derrotas en victorias. Y aún más que eso: después de que haya habido verdadero arrepentimiento y de que Dios nos haya hecho abandonar los ídolos del corazón, NUESTRAS DERROTAS PASADAS Y NUESTRAS FALTAS PUEDEN CONVERTIRSE EN ESCALONES HACIA LA VICTORIA Y EL CRECIMIENTO. La misma manera en que los hombres de Israel fueron derrotados y tumbados, SE CONVIRTIÓ EN EL PATRÓN DE LA VICTORIA cuando Dios transformó la maldición en bendición y dio “óleo en lugar de ceniza”. Mientras el enemigo se relamía al ver a los hombres de Israel huir de la batalla como al principio, Dios estaba de hecho usando una estrategia para atrapar al enemigo para su propia destrucción.
Muchas veces en nuestro caminar con Dios, y en la guerra espiritual, podemos ofrecer una imagen de derrota al mundo que nos rodea o a la Iglesia. Tan solo tenemos que reconocer eso y llevar este vituperio. No estamos realmente derrotados... solo estamos proyectando esa imagen con el propósito de Dios de derrotar eventualmente al Enemigo:
“Que estamos atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, más no desesperados; perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” (2ª Cor. 4:810).
Sabiendo que nos encontramos en el camino de la victoria... Sabiendo que estamos metiendo al enemigo en una trampa... Llevamos el vituperio de todo ello. Sabemos que Dios nos ha dirigido por este camino. Sabemos simplemente que siempre “estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” (2ª Cor. 4:11).
(9) El primer llamado de Jonás, y el segundo llamado
Por supuesto, puede parecer que Jonás fracasó la primera vez, y de esta forma, ahora Dios solo le estaba dando otra oportunidad. Damos gracias a Dios por la segunda, o la tercera oportunidad... y por su extrema fidelidad en nuestro tiempo de fracaso. Pero hay más en la historia de Jonás que todo eso. Y también hay más que todo eso en nuestros muchos fracasos.
DESPUÉS DEL ARREPENTIMIENTO, DESPUÉS DE DESARRAIGAR LOS ÍDOLOS DEL CORAZÓN... ¡LA INTERVENCIÓN DE DIOS EN NUESTRAS VIDAS PRODUCE TAL OPERACIÓN DE LA GRACIA QUE EL FRACASO MISMO SE ENTRELAZA CON SUS PROPÓSITOS, Y MAYOR ES LA GLORIA QUE SURGE DE TODO ELLO!
Imaginemos a Jonás caminando por las calles de este pueblo endurecido por el pecado y clamando, “ ¡De aquí a cuarenta días Nínive será destruida!” Me pregunto si habría habido algún cambio; Y Dios habría tenido que destruir la ciudad. Pero la segunda vez fue bastante diferente.
He aquí un hombre que se había convertido en una señal a los habitantes malvados de Nínive. Había sido juzgado severamente por el SEÑOR. Había conocido las agonías del Seol al clamar al Señor desde el vientre de la ballena. No fue a Nínive obrando unas pocas señales y prodigios con el fin de lograr que creyeran. Él mismo se convirtió en un TESTIMONIO VIVIENTE, UNA SEÑAL VIVA DE QUE DIOS ES UN DIOS DE JUICIO, UN DIOS QUE DEMANDA OBEDIENCIA DE UN PUEBLO QUE ÉL HA CREADO, Y DE QUE ÉL ES UN DIOS DE VIDA DE RESURRECCIÓN.
Amados, vamos a ver escenas de arrepentimiento como estas cuando los profetas de Dios sean “entregados a la muerte”, y se conviertan en los vasos de verdad devastados, rotos y humildes, que Dios ha querido que sean. (10) Primero la Puerta frontal a Canaán; Después, la Puerta trasera
La primera generación tenía que haber tomado el camino más fácil, el más directo hacia Canaán, por la puerta frontal. Pero la primera generación falló a Dios, y una nueva generación que no fracasaría entraba en escena. No porque fueran mejor sino porque Dios había jurado con juramento que ellos tomarían la Tierra. Con la primera generación Dios había planeado un ataque frontal contra sus enemigos desde Cades; pero la segunda generación andaría errante por el desierto de Zin durante aproximadamente 38 años, y después daría una vuelta hasta Canaán por la puerta trasera. Era un camino más complicado, una ruta más difícil. Y como descubriremos, Dios añadió deliberadamente a sus dificultades, para producir una mayor gloria a Su Nombre. Dios no se arrepiente; y vano es nuestro intento de tomar los libros de historia y usarlos como un mapa para conquistas futuras en el Señor. Cierto, miramos a la historia para aprender los caminos de Dios, para conocer la fidelidad de Dios y para aprender de los errores y faltas de nuestros padres. Pero no podemos tomar la “historia” como una pista para conquistas futuras. Al proseguir en nuestro conocimiento de Sus caminos, vamos a descubrir que este camino siempre atraviesa un desierto que no figura en ningún mapa, siempre atraviesa aguas tempestuosas, siempre por caminos que son tan extraños y perplejos que demandarán una gran dedicación y entrega, un examen personal y un clamar a Dios en busca de dirección clara y de guía. No podemos andar por ahí, tratando de descubrir el camino entre las aguas tempestuosas, porque cuando las aguas hayan vuelto a su curso, el camino ya no se verá. El camino del desierto por el que los hombres han caminado en el pasado está ahora cubierto, de manera que no puede ser visto con el ojo natural. Dios lo ha planeado así para que en nuestro caminar con Él, podamos aprender fe, obediencia,
sometimiento, dedicación, humildad, quebranto, y así, estar PREPARADOS para el nuevo Camino por el que Él nos lleva hoy. Y esto significa por necesidad, abandonar nuestros bien intencionados planes de reestablecer una “Iglesia” conforme a alguna pista que pensamos que hemos descubierto en la Palabra. Que en su lugar, dejemos que la Palabra nos rompa, nos humille, nos dirija, nos guíe, nos discipline y nos produzca hambre de Dios (como hizo el maná a los hijos de Israel) para que podamos conocer el camino por el que hemos de caminar en esta hora.
Para la Segunda Generación hay un Segundo Camino que lleva a Canaán. Es una ruta mucho más difícil; y cuando estén a punto de entrar en la Tierra, se enfrentarán a un obstáculo mucho mayor: ciudades fortificadas, enemigos poderosos, baluartes... para estorbar o frustrar el ataque del pueblo de Dios. Pero una vez más hay una intervención Divina. Fue el juramento de Dios lo que garantizó su éxito. Y junto con el juramento, habría más gracia y más poder para producir una gloria mayor al Dios de Israel. Cuando la primera generación falló a Dios, Él ordenó: “Pero vosotros, volveos e id al desierto, camino del Mar Rojo”: (Deut. 1:40) (Se trataba del brazo este del Mar Rojo, no el que habían atravesado después de salir de Egipto). Aquí anduvieron errantes durante otros 38 años. Parecían haber hecho un círculo completo en sus viajes, regresando prácticamente al mismo sitio del que habían salido en Ezióngeber (lee Deut. 2:8) Treinta y ocho años de andar errantes para la vieja generación, pero 38 años de preparación para la nueva.
Puede ser horriblemente descorazonador descubrir después de muchos años de frustración y futilidad, que nos encontramos de nuevo donde nos encontrábamos muchos años antes. Con frecuencia parece que es así. Pero los círculos de los propósitos de Dios no son en vano. El sol sale... y se pone... y vuelve a salir. Es una mera repetición. Dios está haciendo algo nuevo en cada tiempo. Y Dios estaba guiando a la NUEVA generación, a la par que juzgaba a la antigua. Sus dificultades y sus pruebas aumentarían. Pero también aumentaría la fidelidad de Dios y Su gracia. Dios había jurado que los introduciría en la Tierra. Y así lo hizo.
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