Estudio #25: El nuevo Edén y la conclusión del libro
Apocalipsis capítulo
22:1-20
I. Introducción
Al fin hemos llegado al final de este maravilloso libro donde estoy seguro que hemos aprendido
muchas verdades gloriosas y ahora tenemos una visión más clara de esta
revelación, lo que ha sucedido y lo que aún está por suceder en el plan
perfecto que nuestro Dios ha pre- ordenado.
Es interesante que
la Biblia comienza en el Génesis
con un paraíso que Dios creó para el ser humano
y a causa de la rebelión y la desobediencia aquél Edén quedó arruinado. El pecado todo lo
dañó y nuestros primeros padres
tuvieron que abandonar aquél lugar hermoso. Pero ahora tenemos al final de
este libro un nuevo Edén perfecto y a diferencia del primero,
este nunca será dañado por el pecado y la maldad.
El Edén del Génesis tenía ríos y dos árboles: el árbol de la vida y el
árbol de la ciencia del bien y del mal. Este tiene un solo río, pero sale del trono
de Dios. Tiene varios árboles,
pero ahí está el árbol
de la vida que a Adán
y a Eva se le impidió comer
de él. El árbol de la ciencia
del bien y del mal no está en el Edén celestial porque en este lugar no
habrá más maldición. En este estudio final
estaremos examinando estos pasajes finales del libro de Apocalipsis.
II. El río de la vida
Hemos mantenido en todo momento
la perspectiva de que este es
un libro repleto de figuras simbólicas que representan realidades espirituales. La gloria es un lugar espiritual. La
vida en la eternidad será totalmente diferente al sistema actual. ¿Habrá
literalmente calles, ríos, árboles,
murallas? No lo sabemos. Esta es una visión donde Juan tiene una revelación de cosas demasiado
gloriosas para poderlas explicar
en términos humanos. Lo importante es saber que los redimidos estaremos en la presencia de nuestro
Señor y gozaremos
de una eternidad en su compañía, en un estado
de perfecta paz, gozo y satisfacción como jamás hemos conocido en esta tierra.
Eso es lo realmente importante. Juan ve un río cristalino, resplandeciente como
el cristal. Este río sale del trono
de Dios. Es el río de la vida. Esto representa la vida eterna;
la
salvación
perfecta y gratuita que se extiende desde Dios mismo hasta todos los que moran
en su presencia. Al salir del trono de Dios y del Cordero, indica
que nuestra salvación fue llevada a cabo por la soberana voluntad de Dios. El agua está
cristalina, pura y limpia. Quiere decir que el pecado no dañará nuestro
compañerismo con Dios.
Allí Juan ve también el árbol de la vida. Sin embargo, la palabra que se utiliza realmente en el
texto es el “madero de la vida”. Y representa el madero de la cruz por el cual
hemos recibido la vida eterna. Este árbol o madero produce doce frutos cada mes, u sus hojas son medicinales, sanan a las
naciones. No es difícil entender este simbolismo. El número doce representa el pacto de Dios. Ese pacto fue sellado en la cruz por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.
Allí no habrá nada imperfecto, no habrá tinieblas
sino luz eterna,
y los que allí han de morar, reinarán
por los siglos
de los siglos. En Génesis Dios ordenó bloquear el acceso
del hombre a este árbol de la vida (Gén. 3:22). Esto quiere decir que a causa
del pecado, el hombre no tendría acceso a la vida eterna. Pero ahora en el
nuevo Edén, el árbol de la vida está presente; la barrera fue quitada y ahora tenemos
acceso total a la presencia divina.
III. La venida de Cristo se acerca
Juan ha llegado al final de esta revelación que consta de múltiples
visiones. El ángel o mensajero le recuerda que es bienaventurado el que guarda
las palabras de esta revelación. Al escuchar estas
palabras, Juan se postra frente al ángel para adorar, pero el ángel le
detiene y le recuerda que él solo es un instrumento, un mensajero, y que solo Dios
debe ser adorado.
En el
versículo 11 tenemos
una expresión
algo difícil de
comprender, dice: “El que es injusto, sea
injusto todavía; y el que es inmundo,
sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y
el que es santo, santifíquese todavía.” Quiere decir “a todo hombre que, a pesar de todos los ruegos, las advertencias y
exhortaciones se haya endurecido
completamente en su maldad, dejadlo que sea así. De la misma manera a la
persona justa y santa, dejadla que continúe en
el camino de la santificación.” En otras palabras, la decisión que el hombre tome, traerá sus consecuencias pues
cada cual recibirá según
fuere su obra.
Aquí ya no es el ángel, sino Jesús mismo
el que
está hablando. Como al principio de este libro, ahora al final se identifica como el Alfa y la Omega, es decir, el primero y el último,
el Eterno que siempre
ha existido y siempre existirá.
En el versículo 14 se nos recuerda que la única manera de tener derecho al árbol de la vida, o sea a la salvación eterna,
es por medio de la sangre
de Cristo. Eso es lo único que nos da entrada a la cuidad celestial. Pero todo lo inmundo, lo pecaminoso, lo que no ha sido lavado y limpiado, no podrá entrar a la
santa ciudad. Jesús ha enviado a su ángel o mensajero para dar testimonio de estas cosas,
por lo cual estas palabras de este libro
no deben ser selladas, sino abiertas para que todo el
mundo pueda leerlas
y estudiarlas. Esto nos recuerda
que este no es
un asunto de obras, sino de la fe en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Jesús se identifica con dos nombres
especiales: la raíz y el
linaje de David, y la estrella resplandeciente de la mañana. Como Creador de
todo, Él ha existido mucho antes que David. Como ser humano, sin embargo, fue
uno de los descendientes directos de David (véanse Isaías 11.1–5; Mateo
1.1–17). Como el Mesías, es la
«estrella resplandeciente de la mañana»,
la luz de salvación para todos
los que han creído.
Del versículo 18-19 tenemos las advertencias severas y terribles para todo el que se atreva a alterar
o cambiar las palabras que han sido escritas en este libro. Es un recordatorio de que este libro, al igual que toda la Escritura, es inspirado por
Dios mismo. Toda persona que se atreve a alterar
o cambiar esta palabra, está bajo condenación y no tendrá oportunidad de salvación. Esta no es una
advertencia para los creyentes. Los
verdaderos cristianos aman
y honran la Palabra. A veces no entendemos todo lo que leemos en la Biblia,
pero reconocemos que ella
es la verdadera Palabra de Dios inerrante y divinamente inspirada. El que no cree eso, ni respeta la Palabra, no puede tener a Jesucristo en su corazón, por lo tanto,
será excluido de toda esperanza de Salvación.
Es una advertencia sumamente severa, pero nos muestra cuánto el Señor
respalda y honra su palabra revelada.
Este libro termina
con una exclamación por parte de Jesucristo de que su venida está cercana.
Aunque ha transcurrido mucho tiempo, en la eternidad de Dios, esto es un paso
cercano. Termina entonces aquí Juan uniéndose a estas palabras
diciendo, “Amén; sí, ven, Señor
Jesús.”
Este es el
clamor y el anhelo ferviente de todo cristiano. Esperamos con gozo y deseo
ferviente el día glorioso en que Jesús
venga a buscar a su iglesia para estar con Él
para siempre; AMEN.
Preguntas de Repaso
1. ¿En qué se asemeja el comienzo de la humanidad en
Génesis y lo que describe como el estado final de los redimidos en Apocalipsis?
2. ¿Cómo será nuestra vida como redimidos en la
patria celestial?
3. ¿Qué significado espiritual tiene el río que ve Juan
salir del trono divino?
4. ¿Qué significado tiene el árbol de la vida?
5. ¿Qué significaddo tiene las palabras del versículo 11
de este capítulo de Apocalipsis?
6. ¿Cuál es la única manera de tener derecho al árbol de
la vida?
7.
Jesús se
identifica con dos nombres especiales: la raíz y el linaje de David, y la
estrella resplandeciente de la mañan. ¿Qué significado tiene esto?
8. ¿Cuál es el propósito de las advertencias de los
versículos 18-19? ¿Se aplican a los redimidos? ¿Por qué?
9. ¿Por qué Juan declara “Sí, ven, Señor Jesús”?
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