viernes, 24 de marzo de 2017

Estudio #25: El nuevo Edén y la conclusión del libro Apocalipsis capítulo 22:1-20

Estudio #25: El nuevo Edén y la conclusión del libro

Apocalipsis capítulo 22:1-20


I. Introducción
Al fin hemos llegado al final de este maravilloso libro donde estoy seguro que hemos aprendido muchas verdades gloriosas y ahora tenemos una visión más clara de esta revelación, lo que ha sucedido y lo que aún está por suceder en el plan perfecto que nuestro Dios ha pre- ordenado.

Es interesante que la Biblia comienza en el Génesis con un paraíso que Dios creó para el ser humano y a causa de la rebelión y la desobediencia aquél Edén quedó arruinado. El pecado todo lo dañó y nuestros primeros padres tuvieron que abandonar aquél lugar hermoso. Pero ahora tenemos al final de este libro un nuevo Edén perfecto y a diferencia del primero, este nunca será dañado por el pecado y la maldad. El Edén del Génesis tenía ríos y dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Este tiene un solo río, pero sale del trono de Dios. Tiene varios árboles, pero ahí está el árbol de la vida que a Adán y a Eva se le impidió comer de él. El árbol de la ciencia del bien y del mal no está en el Edén celestial porque en este lugar no habrá más maldición. En este estudio final estaremos examinando estos pasajes finales del libro de Apocalipsis.

II.  El río de la vida
Hemos mantenido en todo momento la perspectiva de que este es un libro repleto de figuras simbólicas que representan realidades espirituales. La gloria es un lugar espiritual. La vida en la eternidad será totalmente diferente al sistema actual. ¿Habrá literalmente calles, ríos, árboles, murallas? No lo sabemos. Esta es una visión donde Juan tiene una revelación de cosas demasiado gloriosas para poderlas explicar en términos humanos. Lo importante es saber que los redimidos estaremos en la presencia de nuestro Señor y gozaremos de una eternidad en su compañía, en un estado de perfecta paz, gozo y satisfacción como jamás hemos conocido en esta tierra. Eso es lo realmente importante. Juan ve un río cristalino, resplandeciente como el cristal. Este río sale del trono de Dios. Es el río de la vida. Esto representa la vida eterna; la


salvación perfecta y gratuita que se extiende desde Dios mismo hasta todos los que moran en su presencia. Al salir del trono de Dios y del Cordero, indica que nuestra salvación fue llevada a cabo por la soberana voluntad de Dios. El agua está cristalina, pura y limpia. Quiere decir que el pecado no dañará nuestro compañerismo con Dios.

Allí Juan ve también el árbol de la vida. Sin embargo, la palabra que se utiliza realmente en el texto es el “madero de la vida”. Y representa el madero de la cruz por el cual hemos recibido la vida eterna. Este árbol o madero produce doce frutos cada mes, u sus hojas son medicinales, sanan a las naciones. No es difícil entender este simbolismo. El número doce representa el pacto de Dios. Ese pacto fue sellado en la cruz por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Allí no habrá nada imperfecto, no habrá tinieblas sino luz eterna, y los que allí han de morar, reinarán por los siglos de los siglos. En Génesis Dios ordenó bloquear el acceso del hombre a este árbol de la vida (Gén. 3:22). Esto quiere decir que a causa del pecado, el hombre no tendría acceso a la vida eterna. Pero ahora en el nuevo Edén, el árbol de la vida está presente; la barrera fue quitada y ahora tenemos acceso total a la presencia divina.

III.  La venida de Cristo se acerca

Juan ha llegado al final de esta revelación que consta de múltiples visiones. El ángel o mensajero le recuerda que es bienaventurado el que guarda las palabras de esta revelación. Al escuchar estas palabras, Juan se postra frente al ángel para adorar, pero el ángel le detiene y le recuerda que él solo es un instrumento, un mensajero, y que solo Dios debe ser adorado.

En el versículo 11 tenemos una expresión algo difícil de comprender, dice: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo,   sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.” Quiere decir “a todo hombre que, a pesar de todos los ruegos, las advertencias y exhortaciones    se haya endurecido completamente en su maldad, dejadlo que sea así. De la misma manera a la persona justa y santa, dejadla que continúe en el camino de la santificación.” En otras palabras, la decisión que el hombre tome, traerá sus consecuencias pues cada cual recibirá según fuere su obra. Aquí ya no es el ángel, sino Jesús mismo


el que está hablando. Como al principio de este libro, ahora al final se identifica como el Alfa y la Omega, es decir, el primero y el último, el Eterno que siempre ha existido y siempre existirá.

En el versículo 14 se nos recuerda que la única manera de tener derecho al árbol de la vida, o sea a la salvación eterna, es por medio de la sangre de Cristo. Eso es lo único que nos da entrada a la cuidad celestial. Pero todo lo inmundo, lo pecaminoso, lo que no ha sido lavado y limpiado, no podrá entrar a la santa ciudad. Jesús ha enviado a su ángel o mensajero para dar testimonio de estas cosas, por lo cual estas palabras de este libro no deben ser selladas, sino abiertas para que todo el mundo pueda leerlas y estudiarlas. Esto nos recuerda que este no es un asunto de obras, sino de la fe en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Jesús se identifica con dos nombres especiales: la raíz y el linaje de David, y la estrella resplandeciente de la mañana. Como Creador de todo, Él ha existido mucho antes que David. Como ser humano, sin embargo, fue uno de los descendientes directos de David (véanse Isaías 11.1–5; Mateo 1.1–17). Como el Mesías, es    la
«estrella resplandeciente de la mañana», la luz de salvación para todos los que han creído.

Del versículo 18-19 tenemos las advertencias severas y terribles para todo el que se atreva a alterar o cambiar las palabras que han sido escritas en este libro. Es un recordatorio de que este libro, al igual que toda la Escritura, es inspirado por Dios mismo. Toda persona que se atreve a alterar o cambiar esta palabra, está bajo condenación y no tendrá oportunidad de salvación. Esta no es una advertencia para los creyentes. Los verdaderos cristianos aman y honran la Palabra. A veces no entendemos todo lo que leemos en la Biblia, pero reconocemos que ella es la verdadera Palabra de Dios inerrante y divinamente inspirada. El que no cree eso, ni respeta la Palabra, no puede tener a Jesucristo en su corazón, por lo tanto, será excluido de toda esperanza de Salvación.

Es una advertencia sumamente severa, pero nos muestra cuánto el Señor respalda y honra su palabra revelada.

Este libro termina con una exclamación por parte de Jesucristo de que su venida está cercana. Aunque ha transcurrido mucho tiempo, en la eternidad de Dios, esto es un paso cercano. Termina entonces aquí Juan uniéndose a estas palabras diciendo, “Amén; sí, ven, Señor Jesús.”


Este es el clamor y el anhelo ferviente de todo cristiano. Esperamos con gozo y deseo ferviente el día glorioso en que Jesús venga a buscar a su iglesia para estar con Él para siempre; AMEN.

Preguntas de Repaso


1.  ¿En qué se asemeja el comienzo de la humanidad en Génesis y lo que describe como el estado final de los redimidos en   Apocalipsis?
2.  ¿Cómo será nuestra vida como redimidos en la patria   celestial?
3.  ¿Qué significado espiritual tiene el río que ve Juan salir del trono divino?
4.  ¿Qué significado tiene el árbol de la  vida?
5.  ¿Qué significaddo tiene las palabras del versículo 11 de este capítulo de Apocalipsis?
6.  ¿Cuál es la única manera de tener derecho al árbol de la  vida?
7.  Jesús se identifica con dos nombres especiales: la raíz y el linaje de David, y la estrella resplandeciente de la mañan. ¿Qué significado tiene esto?
8.  ¿Cuál es el propósito de las advertencias de los versículos 18-19? ¿Se aplican a los redimidos? ¿Por  qué?

9.  ¿Por qué Juan declara “Sí, ven, Señor Jesús”?

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