Estudio #17: El triunfo de la
iglesia de Dios
Apocalipsis capítulo 14:1-16
I.
Introducción
Ya en el estudio número 9 estuvimos analizando la visión
que Juan tuvo de los 144 mil sellados. Dijimos que el número es simbólico
y representa la multitud de todos los redimidos de toda la tierra. El 144
es un múltiplo de 12, número que representa a los escogidos tanto del Antiguo,
como del Nuevo Pacto. Una vez más Juan ve a esta multitud de fieles que tienen el sello de Dios en sus frentes. Vemos el
contraste entre los que llevan la marca de la bestia, y los que llevan
el sello de Cristo. Los impíos
llevan una marca,
no un sello. La marca
es lo que se le pone a los
animales. En cambio los que llevan el sello tienen “el nombre de Cristo y del
Padre en sus frentes”.
Juan ve a Cristo de pie ante el monte de Sión. Pero no es el Sión terrenal, la Israel actual, sino la
Nueva Jerusalén celestial. Junto a él está esta multitud de los sellados,
alabando a Dios por medio de un cántico nuevo. Las alabanzas que escucha Juan
en el cielo son como un estruendo de muchas aguas y un sonido de un gran trueno.
¡Qué visión más gloriosa y sublime de los santos junto a Jesús en el cielo!
Solamente ellos saben el cántico que entonan junto al trono de Dios delante de
sus ángeles y querubines.
II. Características de los
sellados
Estos 144 mil
sellados son descritos aquí en esta
parte del capítulo. Primeramente son vírgenes, pues no se contaminaron con mujeres. Esto no
quiere decir que solo los célibes y
solteros serán salvos (el matrimonio es santo y puro ante Dios). Esto
significa que no se contaminaron
con la inmoralidad y el pecado del mundo. Esto es un sentido figurado
que expresa la fidelidad a Dios. En 2 Co. 11:2, Pablo comparó a los creyentes con una virgen
pura que debe ser presentada a Cristo. En segundo lugar, siguen a Cristo por donde quiera
que va. También esto no es literal.
Significa que le obedecen y siguen sus enseñanzas y no andan en pos de falsos
maestros. Seguir a Cristo en sentido espiritual significa seguir en todo tiempo
por el camino que él ha trazado
para cada uno de sus hijos.
Y en tercer lugar, fueron redimidos como primicias para Dios y son sin
pecado, perfectos delante de él. Sabemos que todos hemos pecado. En nuestros propios
méritos no hay ser humano
que cualifique para estar
delante de ese trono. Esa perfección y esa justicia de la que habla Juan ahí no
es de nosotros sino que nos ha sido imputada por medio de la sangre de
Jesucristo (Heb. 10:14, Jud. 24). Las primicias significa lo separado, lo que es apartado para
algo especial. Aquí
vemos claramente el principio de la elección soberana de Dios. A este
grupo que representa la iglesia universal de Jesucristo, fueron personas separadas
del resto de la humanidad para un propósito especial (Ef. 1:3-5).
III. Los tres ángeles
Ahora Juan ve a tres ángeles que anuncian tres juicios que han de ser derramados sobre la humanidad. El
primer ángel muestra el juicio del evangelio eterno
que ha sido predicado a toda la humanidad. Es un
evangelio de salvación para algunos, pero de condenación para otros, pues no
creerán en él. Cuando llegue el día del juicio lamentarán los habitantes de la tierra
que escucharon el evangelio eterno
y no creyeron en él.
El segundo ángel anuncia
juicio sobre la gran Babilonia. El nombre Babilonia es un nombre
simbólico que representa el sistema del mundo
que es enemigo de la iglesia y la ha perseguido a lo largo de toda su historia. Este ángel anuncia
su fin, si caída y derrota. Algunos
intérpretes han dicho que esta “Babilonia” representa a la Iglesia
Católica, pero esta no es la interpretación correcta, pues se usa en un sentido
más amplio. Esta Babilonia es la misma bestia del capítulo 13 que sale del mar y que estudiamos anteriormente.
El tercer ángel
anuncia castigo y condenación para todos aquellos que adoraron a la bestia y a su imagen y que recibieron la marca en su
frente y en su mano. Lo que les espera es terrible:
tormento de fuego y
azufre por los siglos de los siglos.
Esto descarta la enseñanza de algunos
que afirman que los impíos serán aniquilados y no creen en el castigo eterno.
El versículo 12 nos dice que “aquí está la paciencia de los santos”. Quiere
decir que en su momento
Dios hará justicia y recompensará
a los justos por lo cual se anima
a los creyentes a perseverar
aún bajo la aflicción y las pruebas.
IV. La tierra es segada
El tiempo del juicio ha llegado y Dios le ordena a dos ángeles a meter su hoz afilada
para recoger dos cosechas totalmente distintas. La primera siega o cosecha es para recoger de
la tierra a los que le pertenecen al Señor. Ya esta cosecha está madura. Ya se ha completado el número de los escogidos.
Esta mies que habla aquí es la mies de Dios. En esta cosecha son reunidos todos
los redimidos de totas las naciones de la tierra (Mt. 13:36-43).
Luego se ordena al segundo ángel meter su hoz para recoger la segunda cosecha.
Lo único que esta cosecha
no es para salvación, sino para
ser echada en el lagar
de la ira de Dios.
Aquí se utiliza
el ejemplo de las uvas cuando son echadas
en el lagar para ser pisadas, aplastadas y así extraer su jugo. Lo único
que de este lagar no sale el jugo de la uva, sino sangre. Representa el dolor y
sufrimiento de aquellos que han rechazado al Cordero.
Lamentablemente hoy día ha desaparecido de muchas iglesias y de los
mensajes que se predican, las referencias al castigo, la ira de Dios y los tormentos que aguardan a los que rechazan el evangelio. Tal vez
porque algunos piensan que esto no es compatible con un Dios de amor y misericordia. Lo cierto es que
Dios ha extendido su gracia y misericordia sobre toda la humanidad. Ha sido paciente
con todos y ha
dado bendiciones aún a los impíos que le odian. Pero el Dios de la Biblia es un
Dios también justo y santo. La Escritura nos habla de la realidad de que a
quienes rechazan a Cristo y su evangelio les espera una eternidad de sufrimiento indescriptible, y eso no podemos
eliminarlo de la Escritura ni
de nuestra predicación. Dios es amor, pero también es fuego consumidor.
Otro aspecto interesante de estas siegas es que una vez más se nos presenta
una realidad muy distinta a la
teoría del rapto pretribulacional.
Como podemos ver, y ya hemos corroborado en estudios anteriores, ambos eventos
ocurren en el tiempo del fin en un mismo evento, aunque
son dos siegas
distintas que recogen
a dos grupos diferentes
(Jn. 5:28-29).
La pregunta que toda persona debe hacerse es: ¿en cuál siega seré yo recogido?
Si has creído en Cristo y le entregaste tu vida verdaderamente no te quepa
la menor duda de que le perteneces a él y te reconocerá en su venida.
No es por estar en la iglesia,
ni por los
méritos religiosos; es por el sello que solo tienen
aquellos que rindieron sus vidas al Cordero.
Lamentablemente en ese día muchos
escucharán de los labios de Jesús, “nunca os conocí”, porque nunca
realmente fueron salvos (Mt. 7:21-23).
Preguntas de Repaso
1. ¿Cuál es el contraste entre los que llevan la marca de
la bestia y los que llevan el sello de Dios?
2. ¿Cuáles son las características de los 144 mil sellados de Dios?
3.
¿Se aplican a
los creyentes estas característricas? ¿Por
qué?
4. ¿Qué representa Babilonia en esta revelación?
5. ¿Qué anuncia el tercer ángel?
6. ¿Qué significado tiene el recogido de la primera cosecha?
7. ¿Cuál es el propósito de la segunda cosecha?
8. ¿Por qué razón hoy son escasos los mensajes que hablan
de la ira de Dios y su castigo sobre la humanidad caída?
9. ¿De qué manera esta referencia a las dos siegas en el
tiempo del fin desmienten la teoría del rapto pretribulacional?
10. ¿Cómo podemos tener seguridad de que seremos recogidos en la primera siega?
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