viernes, 24 de marzo de 2017

Estudio #24: La descripción de la nueva Jerusalén Apocalipsis capítulo 21:9-27

Estudio #24: La descripción de la nueva Jerusalén

Apocalipsis capítulo 21:9-27


I. Introducción
Concluimos el estudio anterior hablando de la visión de Juan de la ciudad celestial llamada la Nueva Jerusalén. La pregunta aquí    es:
¿esta es una ciudad real o es simbólica? La realidad es que es ambas cosas. Es real porque constituye el lugar donde los redimidos de toda nación, raza y lengua morarán con el Señor por la eternidad. A la misma vez es simbólica porque esa ciudad representa a la novia y esposa del Cordero. En este estudio veremos este doble significado de la nueva Jerusalén y lo que representa cada una de las partes que la componen.

II.  La desposada del Cordero
Juan en su visión ve al ángel que tiene en su mano las siete plagas postreras. Este ángel lo llama para mostrarle a la desposada, la esposa del Cordero. Sin embargo, en lugar de mostrarle a personas, a los redimidos de todos los tiempos que constituyen la iglesia universal de Jesucristo, le muestra la santa ciudad, la nueva Jerusalén. ¿Por qué?

Algo semejante ocurre cuando aquí en la tierra hablamos de la “iglesia”. Decimos, “hoy voy a ir a la iglesia”, y nos referimos al templo donde nos congregamos. Sin embargo, la iglesia realmente no es un edificio; la iglesia es el cuerpo de Cristo que se compone de todos los que son de Jesús. Así mismo en esta visión maravillosa de la iglesia ya reunida en la eternidad, Juan ve una ciudad, pero esa ciudad representa la iglesia esposa del Cordero que ahora vive en una eterna comunión con Dios. Pero eso aún no ha ocurrido. Juan está viendo el futuro porque aún la iglesia no ha sido reunida por completo en el cielo. Por lo tanto, lo que Juan ve aún no se ha cumplido.

Podemos compararlo con la experiencia de la transfiguración que los discípulos vieron en Jesús cuando estaban en el monte (Mt. 17:1- 9). Ante sus ojos, Jesús se transformó y por un instante pudieron ver cómo iba a estar Jesús, rodeado de gloria, cuando fuera exaltado junto al Padre. Algo parecido es la visión que Juan tiene de la iglesia. Por lo tanto, la ciudad y la esposa son una misma cosa.


III.   Las características de esta ciudad  (iglesia)

En primer lugar esta ciudad es santa. Nada inmundo entra a ella, y eso se representa por el símbolo del jaspe y el oro puro, limpio y resplandeciente. El muro de la ciudad tiene 12 cimientos. Esto representa el fundamento de la iglesia que son los 12 apóstoles (Ef. 2:20). Pero a la misma vez tiene escrito los 12 nombres de las tribus de Israel. Y este símbolo es bien importante porque demuestra que la iglesia y los elegidos de Israel constituyen un solo pueblo, una sola ciudad, una sola iglesia.

La medida de la ciudad es de 12 mil estadios. Aquí hay otro símbolo bien importante: Doce mil es el producto de tres (la Trinidad) multiplicado por cuatro (el universo), multiplicado a su vez por diez, tres veces. Es decir (3X4X10X10X10=12,000). El diez multimplicado tres veces significa lo perfecto o lo completo, elevado a la tercera potencia, o sea, el grado más sublime de perfección y de lo completo.

El muro está compuesto de 12 piedras preciosas. Recordemos que el sumo sacerdote judío tenía un pectoral que contenía doce piedras preciosas que representaban las doce tribus de Israel (Éx. 28:15-21). Una vez más vemos aquí un solo pueblo, una sola esposa, una Israel espiritual, un solo rebaño y un solo pastor.

La ciudad también posee 12 puertas para entrar a ella. ¿Qué significa esto? Note que hay tres puertas en cada uno de los cuatro muros que rodean la ciudad y forman un cuadrado. Quiere decir que para cada dirección: el norte, sur, este y oeste, hay entrada a esta ciudad. Esto representa que en la misma hay entrada para todas las naciones y pueblos de los cuatro ángulos de la tierra. Esto representa a la iglesia que se reúne de los cuatro extremos de la tierra. Hay abundante oportunidad de entrar a esta ciudad, sin embargo, solo entrarán a ella, dice “solamente los que estén inscritos en el libro de la vida del Cordero”.

IV. Una ciudad sin templo ni tabernáculo

Otra característica de esta gloriosa ciudad es que la misma no posee templo; es decir, no hay en ella un lugar donde reunirse para adorar a Dios. ¿Por qué? En primer lugar no hay necesidad de un santuario porque el compañerismo de los creyentes con Dios es directo


e inmediato. La presencia de Dios está en toda la ciudad y su gloria la llena por completo, por ende, allí para nada se necesita un templo o un santuario.

La realidad es que aún en este tiempo debemos recordar que Dios ha dicho que Él no habita en templos hechos de mano. El templo de Dios está en el interior de cada creyente que es morada del Dios altísimo (1 Co. 3:16). Nos reunimos en un edificio para adorar a Dios juntos, y es importante congregarnos, pero Dios está en todas partes y su presencia llena todo el universo.

También nos menciona Juan que la ciudad que él ve, no tiene necesidad de luz del sol o de la luna, porque “la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera”. ¡Qué imagen más hermosa! Esa luz que ilumina la ciudad es la que se irradia de la misma presencia del Altísimo. Bajo esa luz constante es que andan aquellos que pertenecen a esta santa ciudad, que es el pueblo de Dios compuesto por los redimidos de ambas dispensaciones.

La descripción de la calle principal de la ciudad como de oro puro, tan resplandeciente como el cristal, nos recuerda una vez más que aquí se nos están presentando realidades que trascienden toda nuestra experiencia actual. La hermosura espectacular de ese lugar de bienaventuranza, debe crear en todos nosotros el anhelo constante de ver cómo será realmente ese mundo. Dios le da estas visiones a Juan para describir realidades espirituales que para el lenguaje humano es imposible describir.

Como el mismo Pablo declaró en 2 de Corintios 12, vio allí cosas sublimes e inefables que al hombre no le es dado expresar. Esta es una de las razones por la que cuestionamos esos libros que se venden por ahí de personas que describen el cielo o el infierno, alegando que visitaron tales lugares. Pablo dice que el hombre no puede verbalizar ni explicar tales realidades. Y Juan tuvo visiones de cosas simbólicas para ayudarnos a tener una noción de lo que hay allí. Con tales descripciones maravillosas que la Escritura nos ofrece, es más que suficiente y con esto debemos conformarnos.

Pero no olvidemos una gran verdad. Aunque el camino al cielo está abierto, allí solo pueden entrar los que tienen el sello de Dios. Jesús se llamó a mismo la puerta de las ovejas. Y tenemos el evangelio


predicado por los apóstoles como testimonio a las personas. Nuestro deber es predicar esta palabra y llamar a las multitudes, comenzando con nuestros familiares, para que se conviertan a Dios. Solo así podrán tener acceso a la presencia de Dios en la  eternidad.

Preguntas de Repaso


1.  ¿La Nueva Jerusalén es un lugar real o  simbólico?
2.  ¿Por qué el ángel le muestra a Juan a la desposada del Cordero y le muestra una ciudad?
3.  ¿Se ha cumplido lo que Juan ve aquí con respecto a la iglesia? ¿Por qué?
4.  ¿Por qué esta ciudad es santa?
5.  ¿El número 12 y sus múltiplos aparece aquí de varias maneras. ¿Qué significado tiene?
6.  ¿Qué significado tienen las puertas que están a los cuatro lados de la ciudad?
7.  ¿Por qué esta ciudad no posee templo ni tabernáculo?
8.  ¿Cómo es iluminada esta ciudad? /Qué representa esto?
9.  Juan utiliza figuras materiales como el oro, las piedras preciosas y otros para describir estas realidades espirituales de la Nueva Jerusalén; ¿Por qué?
10.  ¿Por qué debemos cuestionar esos testimonios que a veces oímos de personas que alegan haber estado en el cielo y describen lo que han visto con lujo de detalles?

11.  ¿Cuál es nuestro deber principal para con el mundo  perdido?

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