miércoles, 22 de marzo de 2017

Estudio #14: La séptima trompeta Apocalipsis capítulo 11:15-19

Estudio #14: La séptima  trompeta

Apocalipsis capítulo 11:15-19


I. Introducción
Ya ha llegado el momento final; la séptima y última trompeta es tocada, anunciando con su sonido la venida de Cristo y su victoria final sobre todos sus enemigos. Para el mundo, lo que anuncia esta trompeta no es una buena noticia, sino todo lo contrario, un anuncio de destrucción y condenación segura. En cambio para los redimidos que viven sobre la tierra, esta trompeta anuncia el final de sus sufrimientos, las persecuciones y el momento glorioso de su encuentro visible con el Cristo victorioso.

Sin embargo, notamos aquí que con esto no termina el libro de Apocalipsis. Todavía nos faltan siete capítulos más. Como explicamos al principio, las profecías de este libro no presentan una sola visión cronológica, sino que consta de varias visiones paralelas. Veremos cómo el próximo capítulo comienza de nuevo con la iglesia siendo perseguida en el mundo, a pesar de que en este capítulo 11 se culmina con la séptima y última trompeta.

II.  Regocijo en el cielo por el día del fin

Al sonido de esta trompeta, se escuchan voces en el cielo que adoran y alaban a Cristo porque finalmente ha derrotado a todos sus enemigos. ¿De dónde provienen estas voces? No dice específicamente, pero lo más probable son las voces de los ángeles y los que moran en el cielo que se regocijan ante la victoria final del Cordero.

Nos dice 1 Co. 15:25, “Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.” Cristo   ya está reinando a la diestra del Padre. Ya fue exaltado hasta lo sumo y se le ha dado un nombre que es sobre todo nombre. Sin embargo, aún falta el momento en que todos sus enemigos tengan que humillarse delante de él. Será en este día final en que todos tendrán que postrarse, los impíos, Satanás y los demonios, delante del Cristo vencedor. Esto lo confirma Hebreos 10:12-13, “pero Cristo, habiendo ofrecido una  vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado    a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” Cristo está en el


cielo, a la diestra del Padre, reinando con él. Pero vendrá el día en que se pondrá de pie y vendrá con sus ángeles al mundo a sujetar todas las cosas bajo su autoridad.

Este evento es motivo de gozo especial para los redimidos que han estado clamando a Dios (como vimos en capítulos anteriores) para que sea hecha justicia sobre aquellos que han padecido por causa del mundo. Los 24 ancianos, que como explicamos anteriormente representan a la iglesia de Cristo, alaban y agradecen a Dios, porque finalmente ha tomado su lugar como señor sobre todos los reinos de este mundo. Recordemos que en Lucas 4:5-7, en la tentación del desierto, Satanás le dijo que él era el dueño de los reinos de este mundo y se los daba a quien quería. La Biblia le llama a Satanás, el Príncipe de este mundo (Jn. 12:31). Ese lugar de autoridad Dios se lo había dado en el huerto del Edén, pero se lo entregó a Satanás cuando desobedeció el mandato divino. Es cierto que Dios ha reinado siempre, aún sobre Satanás y sus huestes. Sin embargo, ese poder y esa autoridad no se manifiestan siempre. Pero una vez llegado el juicio, el esplendor real de la soberanía de Dios será revelado en su totalidad, porque en ese momento toda oposición será suprimida.

III.  La ira de las naciones y la ira de Dios

Durante este cántico de alabanza de los 24 ancianos, se recuerda la ira que las naciones paganas derramaron sobre los escogidos de Dios, representados por los dos testigos que fueron muertos en la plaza. Los creyentes en todas partes han sufrido a causa de la ira y el odio de las naciones que les aborrecen porque odian a Jesucristo. Estas naciones de la tierra se habían gozado y habían hecho fiesta a ver a la iglesia del Señor derribada y en agonía. Pero ese gozo y alegría ha durado muy poco porque ahora se habrá de derramar otra ira que hará temblar a los pueblos y naciones de la tierra: la ira del Cordero de Dios que viene con su espada de juicio a quebrantar el yugo de las naciones.

El apóstol Pablo nos habla acerca de esta ira que será manifestada en el tiempo del fin en Romanos 2:5, “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.” Esta ira de Dios no es una ira caprichosa ni emocional. Es uno de sus santos atributos en los cuales se revela su justicia y su justa retribución. La ira de Dios es la respuesta de su


carácter santo ante la injusticia que cometen sus criaturas por un lado, como dice en Romanos 1:18, “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” Y también para dar el pago a quienes han hecho sufrir y padecer a aquellos a quienes Dios ama (Mt. 18:6), “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.”

Sin embargo, la venida de Cristo no será solamente para derramar su ira sobre los malvados, sino también para recompensar y repartir galardones a los fieles. Serán recompensados los profetas, los santos (los creyentes), y a todos aquellos que temen y honran a Dios, sean grandes o pequeños. Aún los muertos serán juzgados; en el caso de los creyentes, sus obras serán evaluadas para recibir las recompensas de Dios. Más adelante en Apocalipsis se nos presentará este juicio final de manera clara.

IV.  El templo de Dios es abierto

En los versos finales de este capítulo tenemos una visión hermosísima. Juan ve el templo de Dios, y en especial el lugar santísimo, abierto. Allí puede ver claramente el arca del pacto. En esta imagen que ve el apóstol, ya no hay nada encubierto ni secreto. Recordemos que el lugar santísimo estaba siempre oculto. Pero ahora todo es visible. Esto representa el compañerismo de Dios con su pueblo sin restricciones; un compañerismo basado en la expiación de Cristo. Esto representa que ahora, por medio de Cristo, en este momento los redimidos podrán tener acceso completo a la presencia de Dios, hasta lo más santo donde ni aún los querubines de gloria pueden mirar con sus ojos. Se acabó todo sufrimiento, todo dolor, toda aflicción, porque allí estaremos junto a la majestad de Dios, en un gozo y bendición que hará desaparecer todo recuerdo y aflicción pasada.

Esa es la esperanza que nos alienta a cada uno de los que aman a Cristo a seguir adelante, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano.


Preguntas de Repaso


1.  ¿Qué anuncia el toque de esta séptima trompeta?
2.  ¿Por qué termina aquí esta sección de Apocalipsis con el fin del mundo, pero vuelve nuevamente al punto de partida más adelante?
3.  ¿Por qué hay gran regocijo en el cielo por el toque de la última trompeta?
4.  ¿Por qué Dios derramará su ira sobre las   naciones?
5.  ¿Por qué decimos que la ira de Dios es buena y justa?
6.  ¿Además del derramamiento de su ira sobre la tierra, para qué otro propósito es la venida de  Cristo?
7.  Juan ve el templo de Dios abierto y el Lugar Santísimo expuesto. ¿Qué significado tiene esto?

8.  ¿Qué cosas finalizan con la venida del  Señor?

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