Estudio
#14: La séptima trompeta
Apocalipsis capítulo 11:15-19
I. Introducción
Ya ha llegado el momento final; la séptima y última
trompeta es tocada, anunciando con su sonido la venida
de Cristo y su victoria
final sobre todos sus enemigos. Para el mundo,
lo que anuncia esta trompeta no es una buena noticia, sino
todo lo contrario, un anuncio de destrucción y condenación segura. En
cambio para los redimidos que viven sobre la tierra, esta trompeta anuncia
el final de sus sufrimientos, las persecuciones y el momento glorioso
de su encuentro visible con el
Cristo victorioso.
Sin embargo, notamos aquí que con esto no termina el libro de
Apocalipsis. Todavía nos faltan
siete capítulos más. Como explicamos al principio, las profecías de
este libro no presentan una sola visión cronológica, sino que consta
de varias visiones
paralelas. Veremos
cómo el próximo capítulo
comienza de nuevo
con la iglesia siendo perseguida en el mundo, a pesar de que en
este capítulo 11 se culmina con la
séptima y última trompeta.
II. Regocijo en el cielo
por el día del fin
Al sonido de esta trompeta, se escuchan voces en el cielo que adoran y
alaban a Cristo porque finalmente ha derrotado a todos sus enemigos. ¿De
dónde provienen estas
voces? No dice
específicamente, pero lo más probable son las voces
de los ángeles y los que moran
en el cielo que se regocijan
ante la victoria final del Cordero.
Nos dice 1 Co. 15:25, “Porque
preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de
sus pies.” Cristo ya está reinando a la diestra
del Padre. Ya fue exaltado hasta lo sumo y
se le ha dado un nombre que es sobre todo nombre. Sin embargo, aún falta el momento
en que todos sus enemigos tengan que humillarse delante de él. Será en este día final en que todos tendrán
que postrarse, los impíos,
Satanás y los demonios, delante
del Cristo vencedor. Esto lo
confirma Hebreos 10:12-13, “pero Cristo,
habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la
diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” Cristo está en el
cielo, a la diestra
del Padre, reinando
con él. Pero vendrá el día en que
se pondrá de pie y vendrá con sus ángeles
al mundo a sujetar todas las
cosas bajo su autoridad.
Este evento es motivo de gozo especial para los redimidos que han estado clamando a Dios (como vimos en capítulos anteriores) para que sea hecha justicia sobre aquellos que han padecido por
causa del mundo. Los 24 ancianos, que
como explicamos anteriormente representan
a la iglesia de Cristo, alaban y agradecen a Dios, porque finalmente ha tomado
su lugar como señor sobre todos los reinos de este mundo. Recordemos que en
Lucas 4:5-7, en la tentación del desierto, Satanás
le dijo que él era el dueño de los reinos de este mundo y se los daba a quien quería. La
Biblia le llama a Satanás, el Príncipe de este mundo (Jn. 12:31). Ese lugar de
autoridad Dios se lo había dado en el huerto del Edén,
pero se lo entregó a Satanás cuando
desobedeció el mandato
divino. Es cierto que Dios ha reinado
siempre, aún sobre Satanás
y sus huestes. Sin embargo,
ese poder y esa autoridad no se manifiestan siempre.
Pero una vez llegado el juicio, el esplendor
real de la soberanía de Dios será revelado en su totalidad, porque en ese
momento toda oposición será suprimida.
III. La ira de las naciones y la ira de
Dios
Durante este cántico de alabanza de los 24 ancianos, se recuerda la ira que las
naciones paganas derramaron sobre los escogidos de Dios,
representados por los dos testigos
que fueron muertos
en la plaza. Los creyentes
en todas partes han sufrido a causa de la ira y el odio de las naciones que les
aborrecen porque odian a Jesucristo. Estas naciones de la tierra se habían gozado y habían
hecho fiesta a ver a la iglesia
del Señor derribada y en agonía. Pero ese gozo y alegría ha durado muy
poco porque ahora se habrá de derramar
otra ira que hará temblar
a los pueblos y naciones de la
tierra: la ira del Cordero de Dios que viene con su espada de juicio a
quebrantar el yugo de las naciones.
El apóstol
Pablo nos habla acerca de esta ira que será manifestada
en el tiempo del fin en Romanos 2:5, “Pero
por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para
el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a
cada uno conforme a sus obras.”
Esta ira de Dios no es una ira caprichosa ni emocional. Es uno de sus santos atributos en los cuales se
revela su justicia y su justa retribución. La ira de Dios es la respuesta
de su
carácter
santo ante la injusticia que cometen sus criaturas por un lado, como dice en Romanos
1:18, “Porque la ira de Dios se revela desde el
cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con
injusticia la verdad.” Y también para dar el pago a quienes han hecho sufrir y
padecer a aquellos a quienes Dios ama (Mt. 18:6), “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños
que creen en mí,
mejor le fuera
que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo
del mar.”
Sin embargo, la venida de Cristo no será solamente para derramar su ira
sobre los malvados, sino también para recompensar y repartir galardones a los
fieles. Serán recompensados los profetas, los santos (los creyentes), y a todos
aquellos que temen y honran a Dios, sean grandes o pequeños. Aún los muertos
serán juzgados; en el caso de los creyentes, sus obras serán evaluadas
para recibir las recompensas de Dios. Más adelante en Apocalipsis se nos
presentará este juicio final de manera clara.
IV. El templo de Dios es abierto
En los versos finales
de este capítulo tenemos una
visión hermosísima. Juan ve el templo de Dios, y en especial el lugar santísimo, abierto. Allí puede ver
claramente el arca del pacto. En esta imagen que ve el apóstol, ya no hay nada
encubierto ni secreto. Recordemos que el lugar
santísimo estaba siempre
oculto. Pero ahora
todo es visible. Esto representa el compañerismo
de Dios con su pueblo
sin restricciones; un compañerismo basado en la expiación de Cristo. Esto representa
que ahora, por medio de Cristo,
en este momento los redimidos podrán tener acceso completo a
la presencia de Dios, hasta lo más santo donde ni aún los querubines de gloria
pueden mirar con sus ojos. Se acabó todo sufrimiento, todo dolor, toda aflicción, porque allí estaremos junto a la majestad
de Dios, en un gozo y bendición
que hará desaparecer todo recuerdo y aflicción pasada.
Esa es la esperanza que nos alienta
a cada uno de los que aman a
Cristo a seguir adelante, sabiendo
que nuestro trabajo
en el Señor no es en vano.
Preguntas de Repaso
1. ¿Qué anuncia el toque de esta séptima trompeta?
2. ¿Por qué termina aquí esta sección de Apocalipsis con
el fin del mundo, pero vuelve nuevamente al punto de partida más adelante?
3. ¿Por qué hay gran regocijo en el cielo por el toque de
la última trompeta?
4. ¿Por qué Dios derramará su ira sobre las naciones?
5. ¿Por qué decimos que la ira de Dios es buena y justa?
6. ¿Además del derramamiento de su ira sobre la tierra,
para qué otro propósito es la venida de Cristo?
7. Juan ve el templo de Dios abierto y el Lugar Santísimo
expuesto. ¿Qué
significado tiene esto?
8. ¿Qué cosas finalizan con la venida del Señor?
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